Hace poco leí algo sobre ello, de esas cosas que vas pasando en las redes sociales y de repente te hacen parar, te resuena y lo grabas en el disco duro casi petado de tu cabeza.

Agua y sal.

Esa fabulosa mezcla que desata en mi tantas emociones.

– Las lágrimas-

Al último aquelarre al que asistí, (en mi casa, el Domingo pasado) llegó una bruja monísima,  muy maquillada ella y con una sonrisa que ya la podrían haber fichado para un anuncio de dentífricos. Pero claro, ya sabemos que entre brujas no podemos fingir, es inútil. «Tu traes los ojos hinchados bonita».

 

La ofrenda fue un arroz tres delicias, pan de gamba, incienso de jazmín, algo de nicotina y dos damnificados. Si, tenían que ser hombres.

El Universo debió quedar agradecido porque nos regaló una buena conversación sobre el llanto.

Hasta el Domingo no lo había pensado, llevaba dos años sin llorar, creo que por eso a veces sentía que me faltaba el aire. Tomar conciencia de eso me ha sentado muy bien, en una semana he llorado dos veces.

Una de pura felicidad, gracias a un mensaje que llegó cuando despuntaba el sol de una de estas mañanas… decía algo así: «Queridas hadas madrinas, estoy embarazada». Un escalofrío me recorrió el cuerpo en un segundo, benditas emociones que hacen que nos mantengamos vivos.

La otra fue al escuchar una canción.

Lo curioso es que es una canción que he escuchado un millón de veces, que lleva años en la banda sonora de mi vida. No sé qué se rompió en el primer café cuando sus letras invadieron el espacio, pero no el de mi alrededor, el espacio de dentro, ese que no mantiene el equilibrio cuando se trata de su protección,  esa que a veces es tan ligera como las alas de de una mariposa y otras tan dura como el frío acero. Para el caso da igual, casi me ahogo en mi propio moco (esto no está bonito decirlo, pero ya me conocéis).

Respira.

 

– El sudor-

Todo se arregla con un buen lavado de cara, una botella de agua con aminoácidos, música bien alta y un par de pedales.

Y ahí vuelve la mezcla. En menos de quince minutos sientes el cosquilleo de las gotas acariciándote, mientras en tu mente ganas batallas que nunca se llevarán a cabo, contestas preguntas que no te van a hacer y explicas cosas inexplicables. Hasta que suena Queen y a tomar viento los pensamientos, que yo me quedo con la bicicleta.

Cuarenta minutos después las gotas ya no te acarician, más bien te abrasan. Pero te ríes, porque llegas al vestuario y con un suspiro y y una sonrisa, esas mujeres sudorosas nos damos la bendición,  como diría aquel, «podéis ir en paz».

Sé lo que estáis pensando, y tenéis toda la razón .

Eso está muy bien, pero no hay nada como el encuentro entre tus gotas de sal, con otras gotas de sal. El encuentro de los cuerpos, el encuentro de las almas. El arqueo de una espalda estremecida anhelando el éxtasis que promete tu mirada. La paz que llega tras la promesa cumplida.

Y una caricia.

Hay quien tiene suerte y al salir de ese estado de embriaguez pone los pies en la arena, pasea por una orilla encantada y sigue recibiendo las caricias de la brisa.

Respira.

 

– El mar –

Mi gran gota salada sagrada.

Siempre he tenido una conexión especial con él.

Hay sensaciones insustituibles, para mi una de ellas es sentir que me envuelve y con ello me limpia y me libera. Por un segundo me siento en perfecta comunión con el Universo, mientras el cielo en su reflejo me llena de vida.

En ese preciso instante ya no soy alta, ni baja, ni gorda, ni delgada. Ya no soy insegura, ni me siento triste, dejo de ser víctima, dejo de ser juez, dejo de ser verdugo.

En ese momento ya NO TENGO MIEDO.

Poderoso yo soy.

Y es que es bien sabido que lo que ahoga al guerrero no es la inmersión,  si no el tiempo que permanece bajo el agua.

Respira.

Así que pidamos al cielo hoy, nuestra gota de sal de cada día, y perdona nuestras salidas del camino, así como nosotros perdonamos las piedras que se atraviesan en él, agradeciéndote que estén ahí para ayudarnos a crecer.

 

Creo que hoy no voy a llorar, aunque quizá debería.

 

Pdt. A los damnificados de la ofrenda del aquelarre, si leen esto, solo decirles que en todo momento fue desde el respeto, pero sobre todo, desde el cariño.

 

Un fuerte abrazo.

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